
El fisiólogo llamó a esta forma de producir energía "bioelectrogénesis". Llegó a la conclusión de que la electricidad necesaria no provenía del exterior, sino que era generada en el interior del propio organismo vivo, que, una vez muerto, seguía conservando la capacidad de conducir el impulso y reaccionar a él consecuentemente.
Pensó correctamente que la electricidad biológica no era diferente de la producida por otros fenómenos naturales como el rayo o la fricción. Demostró asimismo que los "cables" que el cerebro utilizaba para canalizar la energía hasta el músculo eran los nervios.
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